Un hombre con un furgón no pasa hambre

Decía mi padre, que era de sabiduría rústica, que un hombre con un furgón no pasa hambre. Siempre puede llenarlo para vender cualquier mercancía, o en el más desesperado de los casos, colarse en una finca y llenarlo de papas.

Mi padre también se sorprendería de la cantidad de “palabros” que manejamos para referirnos a algo que ha existido siempre, pero que suena más elegante y moderno si lo nombramos con una palabra retorcida.

Un palabro con el que me encuentro casi a diario es “PROCRASTINADOR”. Si a estas alturas usted desconoce el significado de semejante trabalenguas, le diré que la Wikipedia lo define como: postergación o posposición. Acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Vamos, lo que mi padre habría llamado un vago de manual. Cito a Wikipedia porque la RAE no contempla tal palabra.

Suele pasar que los PROCRASTINADORES tienden a necesitar de unos nuevos “profesionales” que dicen llamarse “COACHES” y que la RAE define como: Persona que asesora a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal. Vamos, lo que viene a ser un amigo delante de dos cervezas, pero cobrando.

Desde hace un tiempo los coach han encontrado en Canarias el lugar perfecto para crecer y desarrollarse, como personas y como profesionales (apréciese la ironía). Debe ser que tal y como ocurre con los gérmenes, un clima cálido favorece su desarrollo y proliferación. Tal es así, que desde hace meses podemos ver anuncios (incluso vallas publicitarias o coches rotulados) donde se anuncian actividades tan edificantes como CAMINAR POR EL FUEGO. Con un par.

Y el cerebro que ha llegado a la conclusión de que CAMINAR POR EL FUEGO puede dar un giro de 180 grados a tu insustancial y PROCRASTINADORA existencia es, como no, un COACH. El nombre de la criatura es Laín García Calvo y en su currículo se define como “Experto en Ley de la Atracción Avanzada”. Con otro par, y ya van dos.

Su terapia: darle una charla de 10 horas sobre lo especial que es usted (único e irrepetible, como todos los demás), las barreras que usted mismo se impone y el potencial oculto que se esconde tras su vagancia crónica. Al final de la velada, usted tendrá que quitarse los zapatos y caminar sobre ascuas encendidas. De esta manera usted entenderá de golpe y porrazo que si ha podido andar por el fuego, podrá encarar cualquier dificultad a pesar de su flojera. ¡¡Y todo esto por sólo 200 euros!! ¡¡CHOLLAZO!!

Personalmente, le sugiero que vaya a las Teresitas un 2 de Agosto a las 15:00 horas y trate de llegar desde la toalla hasta la orilla. Verá que la experiencia es muy similar a la que ofrece Laín García Calvo, y además es gratis.

Y mi padre, que ni era COACH ni PROCRASTINADOR, le habría dicho a usted, además de vago, es tonto. Y habría añadido que esa desazón que le ha impulsado a CAMINAR POR EL FUEGO, dejándose por el camino 200 euros (que podría emplear más productivamente) se pasa TRABAJANDO.

En este país hay mucho parado, pero también hay mucho quieto. Queremos que todo sea fácil, rápido e indoloro. Pero la triste realidad es que casi nada es fácil, afortunadamente para usted y para todos. Esto es la jungla, y caminar sobre una barbacoa no va a impedir que usted sea devorado por un cocodrilo. Y no me cuente cuentos, usted siempre elige. Elija ponerse a trabajar, formarse y pelear.

Así que sacúdase la PROCRASTINACIÓN, deje de gastarse dinero en COACHES y ahorre para comprarse un furgón. GARANTÍA DE QUE NUNCA PASARÁ HAMBRE.

MOTIVACIÓN NO ES TENER GANAS. MOTIVACIÓN ES TENER MOTIVOS. Alfonso Alcántara (@yoriento)
camina por el fuego

Los primeros 40 años de la infancia son los más complicados

Por si no se había percatado, me fascina la publicidad. Lo que más me fascina es como cala en el subconsciente colectivo y cambia las normas sociales sin que ni usted ni yo nos demos cuenta.

Recientemente cumplí un año más, 32 otoños para ser exactos. En distintas conversaciones con amigos, inevitablemente, surge el tema de la llamada «crisis de los 30». Parece ser que dentro de unos años tendremos la de los 40 y que el mismo cuento se repetirá en todas las décadas que nos restan.

Permítame decirle que si usted se siente afectado por uno de estos males numéricos, se la han vuelto a colar. Si no me cree, coja el primer avión que le lleve a Guatemala, consiga un traductor que hable la lengua nahuat y pregúntele un indio pipil si al cumplir los 30 sintió que su vida ya no era la misma, o si a los 40 cree que ya han pasado sus mejores años. No sé como se dirá en nahuat «váyase usted a la mierda», pero seguro que no le hará falta traductor para entenderlo.

Usted me dirá que estas crisis son culturales. Y en cierto modo tendrá razón, ya que son propias de sociedades perezosas y sedentarias que ya no recuerdan lo que es la lucha por la supervivencia. Pero creo que la publicidad tiene muchísimo más que ver aquí.

Cada día recibimos en torno a 3.000 impactos publicitarios. Estamos rodeados y no hay escapatoria. Teniendo en cuenta este dato, le ofrezco un diagnóstico: usted no tiene la crisis de los 40, lo que le ocurre es que está en el anuncio equivocado. Piénselo, la cultura no acordó en ningún momento que un Seat Ibiza es un coche aceptable cuando se es joven, que si usted tiene familia lo adecuado es un monovolumen o que si cuenta con posibles y pasa de los 50 debe llevar un Mercedes. Eso no lo decidió la cultura, lo decidió la publicidad.

La cultura no se reunió para decidir que entre los 15 y los 25 años es correcto vestir con ropa de Bershka, entre los 25 y los 35 con ropa de Zara y a partir de los 40 lo mejor es comprar en Massimo Dutti (bendito Inditex, ejemplo paradigmático de lo que le cuento).

No se engañe, la cultura no decidió eso. La publicidad comenzó a segmentar el mercado y sus segmentos se han convertido en dogmas. No se ofenda si le digo que usted es una persona sólo cuando está en su intimidad más absoluta; cuando está en la calle, en el trabajo o de copas con sus amigos usted no es más que un target. Todo el mundo querrá venderle algo. Y usted querrá comprarlo y ahí radican todos sus males. Si hay un desfase entre lo que usted anhela comprar (ropa moderna y rompedora, un utilitario modosito y una cerveza de las que te hace vivir aventuras en la playa) y lo que la publicidad le insta a comprar según su segmento (vestuario sobrio, un coche acorde a su estatus y una copa de Chivas Regal en una reunión con amigos), aparecen las crisis existenciales.

Por eso, si usted está sumido en la crisis de los 40 piense un segundo si de verdad su vida ha perdido sentido o si está atrapado en un anuncio equivocado. Para muestra un botón… ¿están destinados al mismo segmento? ¿en qué cual está atrapado usted?

La Publicidad que nadie quiere ver.

El «Humano» no es mi animal favorito. Ni de lejos. Prefiero a los animales, se perfectamente lo que puedo esperar de ellos y cuento con su lealtad incondicional hasta el final de sus días o de los míos, lo que llegue antes. No se ofenda, pero casi con seguridad voy a preferir siempre a mis animales antes que a usted, más nos vale dejar claras las cosas desde el principio. Y en estos tiempos no puedo estar más de acuerdo con aquella frase que decía Mafalda: «Si a mí la humanidad me gusta, lo que me revienta es la gente».

Llegué a esa conclusión hace bastante tiempo y por eso evito ver la televisión. Todo lo que necesito saber está en Internet y cuento con la ventaja de poder elegir lo que quiero ver, lo que necesito ver y que versión de ello quiero creerme.

Sin embargo, hay determinadas cosas de las que no podemos escapar, esas que nos dan un buen bofetón de realidad a usted y a mí. Es el caso del éxodo de refugiados de Siria y Libia. Advierto que este post no es un alegato político (dios me libre de verme en esas). Pero todo es susceptible de ser visto desde la óptica de la publicidad.

La imagen del pequeño Aylan Kurdi muerto en una playa de Turquía, también es publicidad, pero de la que ni usted ni yo queremos ver. ¡Qué felices éramos comentando en los foros el nuevo anuncio de Ikea! Pero llegó el día en que esa foto nos dio una patada en los mismísimos, porque los niños no deben morir en las playas sino jugar en ellas. Esa imagen nos dice que hay una realidad que no «queremos comprar» pero que está ahí, y que hay que mirarla de frente.

Se ha discutido hasta la saciedad la conveniencia de mostrar este tipo de imágenes. Imagínate que lo ven los niños, me comentaba un amigo hace unos días. Dios no quiera que conozcan el mundo en el que viven, le respondí.

Esa foto, que no voy a reproducir porque duele verla, se ha viralizado más que la mayoría de las campañas que conozco. ¿La razón? Porque nos enseña el «producto» que es el Ser Humano; un producto mezquino.

Desde mi punto de vista, lo que demuestra que es la mejor campaña que puede hacerse, es que una única foto ha calado en las distintas sociedades que conforman el «target» de la Vieja y Sólida Europa. Aún cuando los gobiernos plantean distintas formas de «acogerlos», darles salida a otros destinos, o incluso encarcelarlos, la gente dice BASTA. Déjenlos entrar, tú también huirías. Una sola imagen ha despertado la conciencia social del viejo continente, porque no vaya usted a pensar que este éxodo comenzó anteayer. Le recuerdo que la guerra en Siria comenzó en el 2011, dentro del marco de la Primavera Árabe. Hemos visto ciudades asediadas, sitiadas, muertos, bombardeos. Pero ha sido justo esa imagen, la que atenta contra nuestra supervivencia como especie y como individuos (no se engañe, sólo ha tenido un golpe de suerte. Si usted fuera sirio, ese niño bien podría ser su hijo… o el mío) la que ha inflamado la opinión social.

El problema es que somos casi impermeables a la publicidad, y como usted sabe, cuando se estabilicen los índices de impacto, la campaña dejará de ser eficaz y nos olvidaremos de los sirios, de los libios, de Aylán y del nuevo anuncio de Ikea. Así funciona el mundo. Así son los humanos. Así es la publicidad.

Sirva esta campaña de Save The Children como mi personal aportación a que sigamos mirando el producto que somos.

Miénteme bonito o cuéntame la verdad.

Este país es cutre. Y casposo. Aunque queramos creer que sí, poco ha cambiado desde que José Luis López Vázquez gritaba aquello de «¡que vienen las suecas!». Y en cuestiones políticas no hemos hecho más que empeorar como el mal vino.

El sol sale por el este y los políticos mienten. Eso es así. Son mentirosos profesionales. Pero si usted, estimado político, me va a engañar para que le vote, tenga al menos la consideración de persuadirme con un buen cartel electoral. Miéntame bonito…

Con la tremenda crisis de credibilidad a la que se enfrenta la clase política en este país, no creo que haya colectivo más necesitado de una buena campaña de Marketing y Publicidad. Contratar a una buena agencia cuesta dinero, pero querido amigo, si no dispone de fondos, revise bien su Caja B. Seguro que algo encuentra.

A continuación, le daré algunos consejos básicos (casi de sentido común) de cara a futuras elecciones, porque se trata de atraer al electorado, no de lanzarlo de un patadón a las filas del contrincante.

CONSEJO Nº 1.   VÍSTASE.

No me enseñe cosas que no quiero ver. Transparencia y pornografía no son lo mismo. Puede mostrar su honestidad de muchas maneras sin necesidad de enseñarnos su flacidez y sus vergüenzas. Este cartel además de ser de mal gusto (parece un penoso selfie en un triste cuarto de baño), es una burda y vulgar copia de la campaña de Albert Rivera en 2006. Si usted quiere hacerme creer que votarle es la mejor opción y que su moral no se compra, debe llevar puesto (al menos) unos calzoncillos.

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CONSEJO Nº 2.   YA QUE ESTÁ VESTIDO, NO SE PASE DE INFORMAL. 

Este joven por Algete, quiere dar una imagen desenfadada, de tío enrollado. Lo cierto, es que tiene un sorprendente parecido con el señor que me cambió los neumáticos hace pocas semanas y al que recomendaría si usted necesitara ruedas nuevas, pero no si necesitara un alcalde. Si viene a pedir mi voto, no venga en chándal. Me creeré mejor sus promesas si viste un poco más elegante.

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CONSEJO Nº 3.   TENGA CLARO LO QUE QUIERE TRANSMITIRME.

Ese es el gran reto. Lo que consiguen los carteles electorales en muchos casos, cuando no son planos y aburridos, es confusión. Tenga claro su mensaje y no tenga miedo de ser creativo. Pero no haga como en este cartel de los azules de Salou, al que sólo puedo definir como confuso y grotesco. ¿Cuál de los dos es el candidato? ¿Por qué han puesto a ese tío tan alto por encima de ese otro incauto? ¿Cuál de los dos quiere crecer? ¿el pequeño o el grande? ¿dónde está el brazo derecho del gigantón? Si alguien entiende este cartel, por favor, que me lo explique. Este es uno de esos casos en los que habría pagado por ver al cerebro creativo que diseñó esta obra maestra defendiendo su idea ante el cliente.meloexpliquen1

Normalmente las cosas son más sencillas de lo que parece.

Si usted se viste (con un mínimo de seriedad) y tiene claro qué es lo que quiere transmitir, sólo le queda buscar una buena agencia que plasme su imagen en un cartel original, que se diferencie de los demás colores políticos y que genere curiosidad en el votante. Curiosidad por su persona y por su programa electoral. Sólo con esos simples pasos, ya tiene gran parte del camino recorrido.

Y si aún no cree en la importancia de la creatividad y un buen arte final, le pongo un último ejemplo: ¿a cuál de los dos votaría si se optasen al mismo cargo? Señoría, no hay más preguntas.

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Keep Walking, my friend.

Permítame que insista. Un emprendedor y un autónomo NO son lo mismo. Ser emprendedor es una actitud, ser autónomo es una condición.

De un tiempo a esta parte, las redes sociales están plagadas de emprendedores que han prosperado desde la nada más absoluta. Vocaciones más o menos claras con protagonistas que han sabido dar los pasos necesarios (en muchos casos sorteando la miseria más absoluta) para convertir su idea feliz en un modelo de negocio exitoso.

Pero no se deje engañar. Que no le cuenten cuentos. Y si se los cuentan, que sea para llevarle a usted al catre, no para dejarlo dormidito.

No todo el mundo puede emprender, igual que no todo el mundo puede correr un Ironman, aunque  se empeñen en que creamos lo contrario. Encontrar una idea novedosa, que funcione y que le llene los bolsillos de pasta, es difícil. Muy difícil. Así que comencemos asumiendo una idea básica: el 95% de lo que puede leer en la red acerca de las maravillas de emprender es MENTIRA.

El día en que usted, dándose un paseo hasta la oficina de la Agencia Tributaria más cercana a su domicilio, comience la aventura de convertirse en una empresa, justo ese día amigo mío, será el primer día de su vida. De su vida con la soga al cuello, quiero decir.

Todas las administraciones españolas que pueda imaginarse (y alguna que ni se le pasaba por la cabeza) se empeñarán en desplumarle y en meterle mano en la cartera impúdicamente. Le harán rellenar cantidades ingentes de formularios escritos en un extraño idioma que sólo entienden abogados y funcionarios. Le obligarán a cruzar su ciudad de administración en administración repitiendo el mismo procedimiento una y otra vez.

Unos días más tarde, cuando usted esté hastiado, frustrado, sin plumas y cacareando pero emocionado al pensar en el viaje que comienza, ese es el instante en el que usted se ha convertido en un EMPRENDEDOR.

Es en este momento cuando debe echar mano a toda la creatividad de la que disponga, y ponérsela a modo de cinturón de seguridad, porque créame: vienen curvas. Si usted nunca ha destacado por ser el más original de sus amigos, no tema, la necesidad agudiza el ingenio. Está sólo ante el peligro y deberá encontrar soluciones originales y distintas a numerosos contratiempos, crear curiosas maneras de llegar a sus potenciales clientes, elaborar sólidos argumentos para conseguir que su producto o servicio se distribuya apropiadamente… En fin, va a tener que ser creativo hasta para llegar a fin de mes.

Si tiene usted claro que su imaginación es el activo más importante con el que cuenta, puede que se equivoque de vereda, pero siempre encontrará un camino alternativo a seguir.

Un último consejo: como decía aquel anuncio mítico de Johnnie Walker, pase lo que pase, siga caminando.

Get Your Time, una idea brillante o como forrarse vendiendo nada.

Creo que los canarios somos muy creativos. Precisamente por nuestra condición de isleños, a miles de kilómetros de distancia del continente, durante siglos nos hemos visto obligados a buscar soluciones creativas a nuestro aislamiento geográfico. Pero lo de estos tres elementos que paso a presentarles en el siguiente párrafo es, sin duda, de traca.

Si usted cree que su tiempo le pertenece sólo a usted, está muy equivocado. Estas tres criaturas, con Lucas Ordieres a la cabeza, han creado una startup a la que han llamado getyourtime.com y se han adueñado del tiempo. O como ellos mismos dicen en su página web (bastante poco currada, por cierto): «Por primera vez en la Historia, el tiempo tiene un administrador y el dueño puedes ser tú». Son administradores del tiempo, como magnitud física y como concepto, desde el Big Bang hasta el Big Crunch. Y no se ponen ni colorados…

Get Your Time vende el tiempo en prácticas fracciones de 24 horas, de modo que podemos comprar cualquier día del pasado o del futuro. Pero ¡ojo! tenga usted cuidado, que si el día que quiere comprar fue un día histórico por cualquier motivo, tendrá otro precio. Los días normales, los insulsos, en los que no ha pasado nada históricamente relevante, se venden al módico precio de 4’99 euros. Sin embargo, la historia cambia cuando se trata de un día especial. Por ejemplo el fatídico 11-S, se vende por nada más y nada menos que 291.000 euros. Personalmente, no entiendo como alguien querría ser el propietario de un día tan trágico.

Como harían ustedes (y más de uno lo hará) he buscado el día de mi nacimiento y ¡oh, sorpresa! es propiedad de Verizone. El 7 de Octubre de 1983, nace esta empresa de telefonía de la que es filial Vodafone. Ironías de la vida. Yo, que me he pasado la mitad de la mía discutiendo con compañías telefónicas, ya no tengo un día especial porque es propiedad de Verizone.

Llegados a este punto, cabe preguntarse: «vale, ¿y para qué narices sirve comprarse un día?». Get Your Time nos sugiere que puede ser un buen regalo, algo comparado a comprar una estrella (www.comprarunaestrella.es, por si gustan). Aunque también advierten que comprar fechas puede ser una gran inversión, puesto que a medida que pasa el tiempo, algunas de ellas se revalorizan.

También puede usted comprar un día histórico señalado, como por ejemplo día del estreno de South Park por 1.600 euros o el día del inicio de la II Guerra Mundial por 1.900 euros. No se en qué mundo de frikis el comienzo de la II Guerra Mundial, que marcará la historia de la humanidad para siempre, cuesta sólo 300 euros más que el primer capítulo de una serie famosa por decir un taco cada tres palabras.

Si es usted fan incondicional de CR7, también puede comprar su fecha de cumpleaños por el módico precio de 12.800 euros. En cambio, si lo que a usted le pone es la física, está de suerte porque el nacimiento de Stephen Hawking sólo le costará 5.000 euros.

Get Your Time ofrece garantía, claro que sí, pero no admite devoluciones. Así que más le vale no equivocarse de día porque se lo va a tener que comer con papas. Tal y como reza en su sitio web: «Get Your Time garantiza la exclusividad y originalidad del producto que ampara, en los términos legalmente establecidos. No se admiten devoluciones».

Sin duda una idea brillante, original y creativa, pero con la misma utilidad que un martillo de cristal. Si alguno de ustedes tiene una idea feliz de este tipo, no dude en ponerse en contacto conmigo, aquí tiene una socia.

P.D. Dato curioso: se han vendido ya varios centenares de días. Una empresa que se crea con un capital de 2.000 euros, en pocas semanas no sólo ha amortizado la inversión, sino que además ha obtenido beneficios.

¿Que hace una chica como tú en un sitio como este?

Al escribir este primer post, no puedo evitar que me venga a la cabeza aquella canción de Burning que decía «¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?».

Lo cierto es que nunca imaginé tener un blog, me parecía un invento de snobs. De esas conversaciones de ascensor donde el tonto de turno presume de ser Blogger como si fuera una profesión remunerada. Lo cierto es que lo es. Para algunos claro está. El resto debemos conformarnos con una especie de subidón ególatra que se produce cuando le das al botón publicar.

La razón fundamental por la que comienzo este viaje es una frase de mi querido Alfonso Alcántara, más conocido como @Yoriento, que pronunció en el Tecnológica Santa Cruz 2014 y que se ha hecho un hueco en mi subconsciente.

«Hoy en día quién no tiene un blog es un homeless digital.»

Y heme aquí construyendo una casa creativa, donde nada está en su sitio y todo es de colores chillones. Mi casa, es tu casa. Bienvenido.